La importancia del suelo vivo en la agricultura ecológica

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La importancia del suelo vivo en la agricultura ecológica

Suelo vivo: clave para la agricultura ecológica saludable

El suelo vivo es la base de la agricultura ecológica: descubre por qué revitalizar la biología del suelo mejora rendimientos, calidad de cultivos y resistencia al cambio climático.


Introducción

En el marco de la agricultura ecológica, uno de los pilares fundamentales no es únicamente qué cultivamos o qué abonos utilizamos, sino cómo gestionamos el suelo que sostiene los cultivos. El concepto de suelo vivo —un suelo rico en organismos, materia orgánica, estructura y funcionamiento biológico— se está posicionando como clave para conseguir sistemas agrarios más productivos, resilientes y sostenibles. En este artículo veremos qué entendemos por suelo vivo, por qué es tan importante en la agricultura ecológica, cuáles son sus beneficios, los retos para conseguirlo y las mejores prácticas para promoverlo.


¿Qué es un “suelo vivo”?

El término suelo vivo hace referencia a un suelo que no se considera simplemente como un sustrato inerte para las raíces, sino como un ecosistema dinámico que alberga una comunidad diversa de organismos (desde bacterias y hongos hasta lombrices, nematodos, microartrópodos) y donde ocurren procesos físicos, químicos y biológicos interrelacionados.
Por ejemplo:

  • En cada gramo de suelo se pueden encontrar millones de organismos que participan en el reciclaje de materia orgánica. 

  • Las raíces de las plantas interactúan con hongos micorrízicos, bactérias fijadoras o descomponedoras, formando redes simbióticas que mejoran la absorción de nutrientes y la salud del cultivo. 

  • Un suelo vivo tiene buena estructura (agregados estables), buen contenido de materia orgánica, buena aireación e infiltración de agua, y biodiversidad microbiológica activa.

En resumen: un suelo vivo es mucho más que arena + arcilla + nutrientes. Es un sistema con “vida” propia, y cuando lo gestionamos como tal, los resultados pueden ser muy distintos a los que se obtienen con una visión meramente “química” del terreno.


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¿Por qué es crucial en la agricultura ecológica?

1. Mejora de la fertilidad y disponibilidad de nutrientes

Un suelo vivo favorece el ciclaje de nutrientes: los microorganismos descomponen la materia orgánica y liberan nutrientes en formas que las plantas pueden absorber. Además, la interacción de raíces con micorrizas y bacterias facilita la absorción de agua y nutrientes de difícil acceso. 
En agricultura ecológica, donde se limita el uso de fertilizantes químicos de síntesis, es esencial contar con este proceso natural para sostener buenas producciones.

2. Mejor estructura del suelo, retención de agua y resistencia al estrés

Cuando el suelo alberga vida (lom­brices, raíces activas, hongos), mejora su estructura: se crean canales, los agregados se estabilizan y aumentan la capacidad de retención de agua. 
Esto es clave para hacer frente a episodios de sequía, lluvias intensas o cambios de temperatura, escenarios que se han vuelto más frecuentes con el cambio climático.

3. Biodiversidad, salud del ecosistema y menor dependencia de insumos

Un suelo vivo contribuye a que el agroecosistema sea más resistente frente a plagas, enfermedades y condiciones adversas. (FAOHome)
En la agricultura ecológica se busca reducir insumos externos (fertilizantes, pesticidas) y aumentar la resiliencia del sistema; un suelo vivo es una de las palancas más eficaces para lograrlo.

4. Captura de carbono y sostenibilidad ambiental

Los suelos vivos que tienen buena materia orgánica son también sumideros de carbono, contribuyendo a mitigar emisiones de gases de efecto invernadero. 
Gestionar los suelos como sistemas vivos implica una agricultura más alineada con la sostenibilidad global.

5. Alineación con los principios de la agricultura ecológica

Según la definición de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otros organismos, la agricultura ecológica debe realzar la salud de los agrosistemas, la biodiversidad y la actividad biológica del suelo. 
Por tanto, cuidar un suelo vivo es coherente con los valores y objetivos de la agricultura ecológica.


Beneficios concretos de un suelo vivo en agricultura ecológica

Aquí se resumen algunos de los principales beneficios prácticos:

  • Mayor rendimiento sostenido del cultivo sin depender exclusivamente de fertilizantes de síntesis. 

  • Mejora de la calidad de los cultivos (nutrición, sabor, resistencia) gracias a un mejor aporte de nutrientes y una menor dependencia de inputs químicos.

  • Reducción de la erosión y pérdidas de suelo; mejor protección del recurso. 

  • Disminución de la compactación del suelo, mayor aireación, mejor crecimiento radicular.

  • Mejora de la eficiencia en el uso del agua: un suelo vivo retiene mejor la humedad, lo cual es crucial en contextos de escasez hídrica. 

  • Mayor resistencia al estrés (sequía, calor, enfermedades) debido a un sistema radicular y microbiológico más activo y equilibrado. 


la importancia del suelo vivo en la agricultura ecológica

Cómo lograr un suelo vivo: prácticas clave en agricultura ecológica

Para promover y mantener un suelo vivo en sistemas de agricultura ecológica, conviene adoptar una serie de prácticas que favorecen la biología del suelo y eviten su deterioro.

Principales estrategias

1. Añadir materia orgánica e incrementar la biomasa

  • Compostaje o incorporación de estiércoles bien gestionados. 

  • Cultivos de cobertura (leguminosas, gramíneas) para aportar residuos vegetales y alimento para el suelo. 

  • Rotación de cultivos e inclusión de pastos o agro‑sistemas mixtos para incrementar la biomasa y diversificar el sistema. 

2. Reducir la labranza o adoptar laboreo mínimo

La labranza profunda y frecuente puede alterar la estructura del suelo y destruir la red biológica que lo sostiene. (optar siembra directa, mínimo laboreo o agricultura de conservación ayuda a preservar la vida del suelo.

3. Mantener siempre cobertura del suelo

  • Evitar dejar el suelo desnudo. Las coberturas vegetales o acolchados protegen la superficie del impacto de la lluvia y de la erosión. 

  • Esta cobertura aporta materia orgánica al descomponerse y mantiene condiciones más estables de humedad y temperatura.

4. Evitar excesivo uso de fertilizantes y agroquímicos

El uso de fertilizantes químicos, herbicidas y fungicidas puede alterar la microbiota del suelo, reducir su biodiversidad y afectar el funcionamiento del ecosistema. 
En agricultura ecológica es esencial privilegiar insumos orgánicos, biológicos o fomentar los procesos internos del sistema.

 5. Monitoreo y análisis del suelo

  • Realizar análisis de suelo periódicos para conocer pH, materia orgánica, nutrientes disponibles y textura. 

  • Evaluar la vida del suelo (lom­brices, raíces vivas, presencia de hongos micorrízicos) como indicadores de salud del sistema.

6. Diversificar cultivos y fomentar agro‑ecosistemas

La diversidad de cultivos favorece la diversidad de raíces, hábitats para microorganismos y reduce el riesgo de plagas o enfermedades. Esto refuerza el suelo vivo y su funcionalidad.


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Retos y consideraciones para la transición hacia suelos vivos

Aunque los beneficios son claros, el camino hacia un suelo vivo en agricultura ecológica no está exento de retos:

  • Tiempo de transición: Si un suelo ha sido intensivamente trabajado, con alto aporte de químicos, puede tardar varios años en recuperar pienamente su biología. 

  • Conocimiento y formación: Los agricultores necesitan formarse en los procesos biológicos del suelo, en la gestión de la materia orgánica, en la observación de la vida del suelo, etc.

  • Inversión inicial: Adoptar cultivos de cobertura, compostaje, minimizar laboreo puede exigir cambios en maquinaria, logística o planificación.

  • Medición y certificación: Aún existen desafíos para medir de forma estándar “qué tan vivo es un suelo” y cómo certificarlo o integrarlo en esquemas de producción ecológica.

  • Cambio de paradigma: Pasar de una visión “nutriente + fertilizante” a una visión “ecosistema del suelo gestionado” requiere un cambio conceptual.

  • Condiciones climáticas y agronómicas: No todos los suelos tienen el mismo punto de partida (textura, materia orgánica, historial) y el manejo debe adaptarse al contexto local.


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Casos prácticos de éxito

Se han documentado experiencias donde sistemas agrícolas que priorizan el suelo vivo han obtenido buenos resultados. Por ejemplo, en fruticultura, se ha observado que al mejorar la microbiota edáfica se reduce el consumo de agua de riego, se mejora la resistencia a sequía y se mantiene el rendimiento. 
Este tipo de evidencias refuerzan que invertir en el suelo vivo es estratégico para la agricultura ecológica.


F.A.Q. — Preguntas menos comunes sobre el suelo vivo

¿El suelo vivo aumenta necesariamente los rendimientos desde el primer año?
No siempre. En suelos muy degradados puede que la mejora sea progresiva y los primeros años se centren en restaurar estructura y biología antes de ver incrementos significativos en producción.

¿Todas las prácticas de agricultura ecológica garantizan un suelo vivo?
No. Se pueden cumplir los requisitos normativos ecológicos (no químicos sintéticos, etc.) sin haber promovido activamente la vida del suelo. Es importante que el manejo vaya más allá de la norma y busque revitalizar el ecosistema edáfico.

¿Cómo puedo “ver” si mi suelo está vivo?
Algunos indicadores: presencia de lombrices, buena estructura de suelos (agregados visibles), raíces activas, hongos micorrízicos, buena retención de agua. También análisis de materia orgánica, actividad microbiológica o pruebas de infiltración pueden ayudar.

¿Cuánto aumenta la materia orgánica para considerar un suelo “vivo”?
No hay un umbral único aplicable universalmente, pues depende del tipo de suelo, clima, textura, uso histórico. Lo importante es la tendencia de mejora: aumento de materia orgánica, mejor estructura, más vida. Un suelo vivo no es un número sino un sistema funcional.

¿Se puede revertir la degradación de un suelo muerto o casi muerto?
Sí, pero requiere tiempo y esfuerzo. Una restauración puede incluir añadir compost, cobertura, reducir laboreo, diversificar cultivos y permitir que la biología del suelo se recupere. En algunos estudios se menciona que pueden pasar de 1 a 5 años para una mejora relevante. 

¿El suelo vivo ayuda también a la captura de carbono?
Sí. La materia orgánica del suelo retiene carbono, y al estimular dicho contenido mediante vida del suelo se contribuye a la mitigación del cambio climático. 


 

Gestionar un suelo vivo es una de las estrategias más potentes para alcanzar una agricultura ecológica verdaderamente sostenible, resiliente y productiva. Al tratar el suelo como un organismo vivo —y no solo un medio de soporte— conseguimos:

  • potenciar la fertilidad natural del terreno,

  • mejorar la estructura física,

  • reducir la dependencia de insumos externos,

  • adaptar mejor los cultivos al estrés climático,

  • fomentar la biodiversidad y los ciclos naturales de los nutrientes.

Para quienes trabajan en agricultura ecológica, la invitación es clara: dedicar atención al suelo, observarlo, cuidarlo, y gestionarlo de forma que su biología, estructura y funcionamiento emerjan como aliados activos del cultivo.


 Fuentes  que han sido clave para la elaboración del artículo:

  1. FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
    https://www.fao.org

  2. LEISA Revista de Agroecología – Artículo: Suelos vivos
    https://leisa-al.org

  3. Mundo Agro ChileSuelo vivo: un concepto para alcanzar la sustentabilidad
    https://mundoagro.io/

  4. Extension Universidad de Minnesota (en español)Suelo vivo = Jardín saludable
    https://es.extension.umn.edu/

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